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    Cuento: Los ojos de la culebra (II)

    Todos en la comisaría sabían que yo era la preferida del Comandante, por eso, los policías de menor rango muy de vez en cuando venían a solicitar mis servicios, en especial cuando el Comandante se iba de viaje a Lima. Cada vez que lo hacía, yo aprovechaba para pedirle que me traiga regalitos y ropa de las tiendas caras. Entre los policías que venían había uno muy amable, de apellido Chambi, el alférez Chambi que, poco a poco, se fue convirtiendo en mi amiguito. Cada vez que aparecía le decía en broma: ¡Ya llegó mi amiguito el policía!