Estos son los clavos que atormentaban mi infantil mente cada vez que ibamos a la iglesia los domingos en la noche. Son representaciones bastante crudas de lo que me decían eran almas castigadas en el purgatorio o en el infierno, o tal vez eran incautos compatriotas que osaron decir que no creían en el dios de los invasores españoles, y la santa inquisición hizo su trabajo haciendo hileras de cabezas clavadas en la puerta del tempo para para escarmentar a los que no crean en ese nuevo dios importado. Aún ahora que los veo con detalle no dejan de impresionarme. ¿Cuál sería el propósito de poner semejantes representaciones en las…